jueves, 2 de diciembre de 2010

Síndrome de Privación



Vivir para siempre o morir en el intento.
Prenderle fuego a las camas de los internos.
La caricia que duele como mil golpes,
el saludo que daña más que el desprecio.
Sal y alcohol para las heridas intangibles
que sanan y mueren
que sangran y hieden
como las moscas del matadero.

Nada finalmente salva.
Algo dentro se enerva.
Todo termina muerto.
Y vuelve a su escencia.

Morir finalmente o vivir en el infierno.
Prenderle fuego a las almas de los ineptos.
La seguridad mientras te pasan mil goles,
el comentario preciso que gatilla el enrabiamiento.
Pan y circo para los heridos inservibles
que sangran o mueren
que sanan o hieden
como las lacras del paradero.