sábado, 20 de junio de 2009

(Llegó sin título-no tiene título ni lo tendrá)

Comenzaron a caminar con las manos en los bolsillos para soportar la primera noche fría del fin del verano. Entraron a un local de videojuegos nocturno. Las coloridas maquinas estaban todas prendidas pero no había nadie jugando. Ni siquiera el perdedor de turno se quedaba hasta las 3 de la madrugada ahí. Se dirigieron a jugar en una de pelea. Nina eligió a la jugadora china experta en artes marciales y Alex eligió al rubio americano musculoso. En su mente a ella siempre le había gustado la idea de ser china, una pequeña y letal asiática. Alex estaba muy concentrado en la técnica del juego y calculaba cada movimiento, en cambio Nina apretaba rápidamente los botones, golpeándolos con la mano abierta. El juego no era lo importante, sino el momento. La pastilla desconocida había empezado a hacerle efecto. Los colores de la pantalla se distorsionaron ante sus ojos. Miro hacia atrás y notó que todos los colores estaban cambiando y que las luces de neon del local tenían ecos, trayectoria. Era una sensación nueva y rara, pero en la actual realidad donde ellos vivían, todo lo raro era exquisito.

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