Tenía que salir de casa ese 25 de diciembre. La cena estuvo buena, pero siempre me indigesta comer tan tarde, aunque sea acompañado de un buen vino. Salir a estirar las piernas, caminar por la costa, sentir la arena en mis pies y el ruido del mar me darían paz, cuando en estas fechas es tan esquiva.
La cena en Navidad es un momento tenso para vivir en familia. A mi se me hace tenso, no me haría partícipe de tamaña celebración si no es por el cariño que siento por mis viejos, así que la obligación me hace pasar mudo la mayor parte de la noche.
Entregamos los regalos y como siempre, hay más para mi. Me incomoda todo el rito, ya no soy un niño que necesite de esto para ser feliz, la felicidad va y viene y esto la aleja. En fin, al menos cayeron unas lucas...
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