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viernes, 7 de enero de 2011

Declaración de falta de principios

Uso dread locks, pero no soy rastafari. No creo en religión absoluta. Sólo creo en el hombre y en su capacidad de hacer el bien y de hacer el mal, el binomio elemental.
Uso dread locks y por lo mismo, he tenido que aguantar una infinidad de tallas, unas bastante buenas y otras muy, muy malas.

“Wena Bob Marley”, “Puta que está caga'o Bob Marley”, “No fumí más pasta Bob”, “Sácate uno”, “Wena Gondwana” y sigue y sigue.

Gente que he visto una sola vez en mi vida me ha preguntado si me lavo el pelo y cada cuánto o cómo lo hago. El hecho que tenga dreads les da una sensación de confianza con mi persona y eso se trasmuta en que me hagan las preguntas más idiotas que jamás había escuchado. Es como si a un pelado le preguntaran qué se hecha en la cabeza pa' que le brille la calva o a una rubia oxigenada, cómo lo hace para que no se le caiga el cabello. Preguntas que todos quisiéramos hacerle a esas personas, pero por recato no las hacemos; pero al hueón con dread locks sí se les pueden hacer, total, es una vola'o.

Y lo soy, pero no soy ahueona'o, como los que me hacen las preguntas.
La gente me interroga por mis dreads y ahí yo me lleno de paciencia y les explico que no soy rasta, que tan sólo uso dreads, como podría usar el pelo cortado al rape, teñido, con chasquilla Daddy Yankke, un mohicano, etc.
Les digo que para mí la religión rastafari no es más que un lavado de cerebro, como cualquier otra religión; que los valores que debieran rescatarse de ella es la lucha por la reivindicación de los esclavos negros, no por la mera legalización de la hierba (que sería un sueño hecho realidad en una país como Chile, pero en fin). Que tampoco comparto su machismo, el hecho de que la mujer sea tratada como impura durante su periodo menstrual y no pueda cuidar sus hijos o preparar la comida.


Uso dread locks y por lo mismo me han pedido papelillos, me han preguntado por marihuana, siendo que en contadas ocasiones he vendido y si lo he hecho, ha sido a pocos. También me han preguntado si me lavo el pelo y cada cuanto tiempo lo hago. Y todo esto gente que no conozco, que creen que por tener la cabeza llena de “lulos” pertenezco a una camada, a una cofradía y lo peor es que si respondo directo o soy irónico, soy mala onda.

Uso dread locks, pero el reggae no me apasiona; me gusta más el rock, el metal, la música electrónica, el blues, el jazz; el reggae me gusta en su justa medida, como a cualquier melómano inquieto.
Uso dread locks y me los tiño y he tenido que aguantar que gente que no conozco me diga que su primo rastafari me los cortaría si me los viera, porque eso no hacen los rastas. Claro, no se tiñen el pelo, pero son machistas, ultra conservadores, no comen carne, no toman alcohol, no tocan a sus mujeres cuando éstas están con su periodo menstrual, creen que la marihuana es la salvación de la humanidad; en fin, creen en cosas en las que yo estoy en total desacuerdo. Y lo peor es la cantidad de giles que se las dan de rastas y te bendicen cuando te ven y cuando se despiden; yo no quiero sus bendiciones, con cue'a se las aguanto a mi abuela evangélica y se las voy a aguantar a un saco de huéas pica'o a rasta.

Uso dread locks pero soy un descreído, no creo que la marihuana sea la solución para nada, me gusta molerla, me gusta enrollarla, me gusta fumarla y me gusta compartirla. Nada más.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Todo Igual

Tenía que salir de casa ese 25 de diciembre. La cena estuvo buena, pero siempre me indigesta comer tan tarde, aunque sea acompañado de un buen vino. Salir a estirar las piernas, caminar por la costa, sentir la arena en mis pies y el ruido del mar me darían paz, cuando en estas fechas es tan esquiva.

La cena en Navidad es un momento tenso para vivir en familia. A mi se me hace tenso, no me haría partícipe de tamaña celebración si no es por el cariño que siento por mis viejos, así que la obligación me hace pasar mudo la mayor parte de la noche.

Entregamos los regalos y como siempre, hay más para mi. Me incomoda todo el rito, ya no soy un niño que necesite de esto para ser feliz, la felicidad va y viene y esto la aleja. En fin, al menos cayeron unas lucas...

jueves, 11 de noviembre de 2010

Historias gitanas by El Recortero

"Con mi novio de entonces, nos fumábamos un caño en las rocas de Avenida Perú, frente al casino de Viña. En eso pasa una gitana y nos empieza a machetear. Le dijimos que se fuera, que no necesitábamos de su ayuda para ver la suerte, que estábamos en una racha ganadora; en fin. La gitana se fue y justo va pasando un loco de como unos 15, 16 años. La gitana lo para y le dice que le va a leer la suerte, pero que para eso necesita un billete o una moneda, para saber desde ahí lo que le deparará el destino. El niño, inocente o asustado, cede a la petición y le entrega un billete de 5 mil pesos. Nosotros no vimos el valor del billete, pero sí toda la escena, la que culminó con la gitana metiéndose el billete a la boca, masticarlo, proferir unas palabras en romané y decirle en español que tendría mucha suerte y dinero, gracias por haberle entregado el billete. El joven hizo un vano intento por recuperar su dinero, pero no hubo caso, la gitana caminó. Menos mal que mi ex salió tras ella y después de un par de forcejeos y maldiciones gitanas, recuperó el billete, que estilaba saliva gitana y se lo pasó al pequeñuelo."

Relato de Puka, recogido por El Recortero-

sábado, 8 de mayo de 2010

Una clásica historia de poder

Hay hijos de puta e hijos de puta, pero en esta historia, hay dos clases de hijos de puta: el weón BARSA y el AMAMA' ITO

El weón BARSA trabaja de garzón en un pub-restaurant de Viña. Llegó regalón al trabajo porque es amigo de los dueños y llegó con la prepotencia que caracteriza a los BARSAS. Acaparador de mesas que no respeta el tácito acuerdo de irse una mesa por medio, acuerdo que hace mucho más sostenible la relación entre trabajadores, pero que algunos gilipollas se meten por la raja, sabiendo de antemano que son intocables, por contar con la venia de sus patrones. Un hijo de puta, en toda la extensión de la palabra.

El AMAMA' ITO, por su parte, es uno de los dueños del local, el que acostumbrado a servirse a las jóvenes buenas mozas que pasan por allí, se le subieron los humos a la cabeza y se le achicaron los testículos, despidiendo a una de su trabajadoras, por no darle la pasá. La pica hace estragos en los hijos de puta y viéndose con algo de poder, no escatiman en usarlo a su conveniencia.

El muy hijo de puta se escudó en que la señorita que no quiso tener nada con semejante desecho de virtudes, tenía problemas con su amigo, el hijo de puta BARSA y acaparador de mesas, por lo tanto, se tenía que ir. El ego herido de un AMAMA' ITO no tiene reparos en recurrir a prácticas ancestrales de falocentrismo, por lo tanto, como buen macho herido, despidió a la chiquilla, ya que era la única forma de salvar su honor de mierda.

Estos personajillos existen y están más cerca de lo que imaginas, así que tú, chiquilla buena moza, cástralos con tu indiferencia, humíllalos con tu belleza, deslúmbralos con tu elegancia, pero no dejes que se acerquen; la mayoría de las veces, estos gilipollas son “churreteros” precoces, if you know what I'm saying...

(Basado en hechos reales)

P.D.: el término hijo de puta quizá esté mal utilizado, no quiero ofender a las putas dándoles semejantes hijos.

P.D.2: hijo de puta x 8.-

domingo, 14 de marzo de 2010

Negocio Redondo


Negocio redondo. Escribo cuentos y los imprimo. Me voy a los terrenos de la Quinta Vergara y los vendo a $100. Me pongo en actitud de shamán-shúper-logho. Piernas cruzadas, posición de loto y weás. La gente me mirará de lejos y algunos se atreverán a acercarse. Los que lo hagan recibirán de mi parte la absoluta indiferencia. Algunos me preguntarán cosas, como qué vendo o regalo. Mi respuesta será un desprecio. Vestiré ropas holgadas y evitaré decir palabra. Me pondré un cartel que diga “sacar a $100”. Se multiplicarán los cuentos a mí alrededor, como las hojas en otoño. La gente se acercará con reticencia. Pocos se atreverán a hablarme. Los que lo hagan recibirán mi “ataque mimo”. Pasarán los días y nadie comprará. Pasarán semanas y nadie comprará. Pasarán quincenas y nadie comprará. Pasarán meses y nadie comprará. Pasarán semestres y nadie comprará. Pasarán años y nadie comprará. Espectáculo insulso. ¿Los cuentos eran buenos? ¿Escritos con sangre? Negocio redondo. Después de 15 años estoy de moda. Ya no hay Quinta Vergara.

sábado, 5 de diciembre de 2009

21-10-2009


Y se me ocurrió que ese meteorito que eliminó la vida de los dinosaurios, que cambió el ecosistema de la flora y fauna existente en esos años, no era más que una nave espacial llena de humanos y que los cambios no fueron tan inmediatos como se plantea, sino que lentos y lleno de nuestra culpa. No fue el simple choque del meteorito con el planeta lo que provocó el exterminio de la vida como se conocía hasta ese momento, sino que los seres que se bajaron de esa nave, que no era un meteorito. Eso somos, eso hacemos, eso conseguimos y seguimos provocando. La teoría del meteorito no me calza, en estos momentos (21-10-2009/10:20), más bien lo veo como una metáfora que se extendió por miles o millones de años y desencadenó en este momento, en donde contaminar es algo malo, porque el planeta se calienta, se derrite, se llena y se rebalsa. Eso se me ocurrió ahora y espero que existan libros científicos que hablen de esta misma teoría, que no creo sea única y la haya pensado tan solo mi cabeza y no muchas, muchas más. De fondo suena Fela Kuti y Water No Get Enemy; la próxima guerra, la del agua.

sábado, 4 de julio de 2009

Miedo


Mi mamá, no me explicó muy bien por qué escucha programas radiales en donde dueñas de casa desesperadas llaman suplicando por un buen hombre que sepa cuidarlas, escucharlas, entenderlas y amarlas.

Leo Caprile y el insigne “pablito” Aguilera (que de “pablito”, el puro cordón umbilical le queda), son los encargados de escuchar los llamados de señoras y a veces, no tan señoras. Mujeres que llaman, a veces para coquetear, a veces buscando a su media naranja radial; concepto que causa un poco de nauseas en mi persona poco asquienta.

Cada uno siente en donde le aprieta la zapatilla, pero a mí, esto no me cabe en mi cabeza tonta y llena de pensamientos macabros (23-6-2009). Es una mezcla de desazón con miedo lo que me provocan estas señoronas y señorinas. En fin.

Pero uno de mis miedos más profundos, es que cuando mi mamá está escuchando esos programas, que de rebote, yo también me tengo que mamar; se cuele su voz a través de los parlantes y yo, pensando que es un alcance de tono, salga a verificar tan atroz coincidencia y me encuentre, de golpe, con que mi mamá está con el auricular pegado a su cara, sentada en una silla, a oscuras, en el living; contando sus más oscuros secretos a un desconocido al otro lado de la linea telefónica. Y que yo ya haya escuchado toditos, toditos los malditos suspiros, extravagancias y deseos de mi querida madre.

Tíldenme de maricón, pero esa weá si que da miedo.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Nada Sezual.-

Era cosa de ponerse a tono, y un par de rones lo lograrían en un santiamén. También no había que olvidar: olvidar ciertas reglas del “Manual de Carreño”, como saludar y presentarse al conocer gente nueva, presentarse y saludar; el orden altera los productos. Así que no olvidé olvidarme y fui a reclamar mi alcohol. Sabía tan bien, que me duro tan poco como debía durar un brebaje tan especial, así que fui por el segundo. Ya la compañía femenina estaba instalada, con grados de más en sus cabezas; yo recién iba por el segundo y no por el último.
Rechazaba su compañía como se rechaza un vaso de cerveza cuando se está con caña, con dudas. Trataba de no hablar más de la cuenta, y si bien sus presencias, físicamente, debían agradecerse, no deseaba compañía femenina, ni mucho menos pensar en cortejar o besar algunos de esos labios seductores, que para mi no lo eran. Pero el poder femenino es imbatible, somos una simple esponja que estruja su belleza y la transforma en veneración, y yo no soy la excepción.
Ya estaba sentado en su falda, ya la tenía abrazada, ya era solo cosa de estirar la trompa y besarla ¿Qué cómo llegue a eso? Como siempre lo hago, haciéndome el leso, que no se noten mis intenciones para con ella o ellas, teniendo claro además que ellas mandan y uno es un simple vibrador, pero que habla. El silencio otorga más que mil palabras escupidas al vacío.
Siguiente paso, el dancing; bailar música de mierda en discoteques de mierda, en donde al poner un pie en ellas ya tienes que aguantar a guardias que jamás en su vida han leído Kafka te manoseen entero, te ordenen hacer cosas totalmente obvias, y lo mas extraño de todo, es que si les gusta su pega, les gusta mandar y que les obedezcan, entonces: ¿Por qué la cara de perro señores? En fin, material para otro cuento.
Bailar como estúpido, con un vaso de plástico de medio litro de schop en una mano y una señorita que se contornea como culebra en la otra. No me quejo, pero ¿por qué es tan mala la música en esos lugares? “¡Claro!” dirán ustedes, ”agradece que estas bailando con una mina rica y que además te sacó a bailar!, pero desde el principio les dije que no estaba ni ahí, y eso mismo me hizo estar bailando música de mierda con una mina rica que no me importaba; redundancia discotequera.
Comerse en la pista de baile es tan común como las idas al baño, no hay nada que me excite tan poco como darme besos en la pista de baile, rodeado de gente que te empuja y sigue el desagradable ritmo del reggaeton, del aché (aun lo tocan y se escribe axe) o en un caso excepcional, su buena cumbia de algún grupo criollo. Claro, hay veces en que caliente esto me excita, pero a ese nivel me excita hasta la Reginato y sus mofletudos cachetes, que me imagino, deben ser más firmes que sus nalgas; así que no es un buen ejemplo.
Sigue el webeo y me propone irnos a la chucha, eso en lenguaje coloquial es buscar un lugar privado en donde intercambiar fluidos corpóreos. Yo sin plata para un motel pienso rápidamente en un “piola” lugar donde ir a sacudirnos las ganas ¿Adónde? Piensa weón, piensa; si bien no estaba interesado en ponerlo hoy, si ella quiere, uno es tan caballero que un rehusarse no corresponde, creo. Ya estábamos en la calle, caminando hacía quizás donde, cuando un foco se me prendió a medias en la oscuridad de la calentura ebria que llevaba; una escala la solución, una piola escala de Valparaíso, una escala donde me había tomado unas cervezas y conocía un poco, pero en realidad nada. Hacia allá nos dirigimos, en procesión física de calentura mutua, ahora si.
Llegamos a la escala en cuestión y por suerte no había nadie. Nadie tomando, nadie webeando, nadie tirando antes que nosotros. Yo ya planeaba tirármela en la misma escala, pero ella ¿Mas precavida? Me dice que subamos un poco, mas arriba quedaban restos de una casa abandonada, típica casa tirá de Valpo, así que para nosotros y nuestras ganas, era el lugar perfecto. A todo esto, la lola tenía 18 años y pensaba que por abrir las patitas uno alcanza una erección inmediata, lo cual no es cierto, también necesitamos estimulación, necesitamos que se exciten con nuestro cuerpo, tal como nosotros lo hacemos con el suyo. En fin de cuentas, me demoré en que se me parara bien, pero no dejé de calentarla, con dedos, lengua y palabras sucias. Chiquilla hardcore en cuestión.
Ahí estábamos: yo pantalones abajo, y sin pantalones y sin zapatillas ella; caliente la señorita, caliente el momento, tirando en los restos de las ruinas de una casa porteña, acomodados en una posición realmente cómoda para semejante lugar y circunstancia; encaramados arriba de unas tablas que dejaban todo su cuerpo a mi disposición, en donde podía llevar el ritmo perfectamente y escuchar sus “conchesumadre, que rico” puta que me calentaban. “Tenemos que repetirlo”, “puta que tirai’ rico”, en fin, voladas del momento, pero realmente efectivas, mi verga no podía estar mas llena y ese orificio de 18 no podía ser más rico. Podríamos fácilmente habernos quedado toda la noche tirando, porque ni un alma pasó en el rato que estuvimos gozando de la comunicación más elemental que nos va quedando, pero todo lo bueno se acaba y volver a la disco era una obligación; al menos satisfecho, con una nueva experiencia cachonda dentro de mi mente cada día mas promiscua. Y eso que no andaba buscando nada “sezual”.-

viernes, 24 de octubre de 2008

Sonó ¡paf!

De un tiempo a esta parte me costaba mucho alcanzar el clímax en mis relaciones, si no era a través de variadas posiciones que hacían de mi pareja una muñeca de trapo, más que una mujer llena de fuego. Las distintas contorsiones fácilmente pudieran haber llenado un espectáculo circense, un espectáculo de freaks follando en las más dinámicas y estrambóticas posiciones, con solo una pequeña previa de ejercicios de estiramiento.
El sentir que solo haciendo todas estas articulaciones alcanzaba la petit morte, me hacía pasar por situaciones altamente dramáticas, como provocar calambres en mis amantes, moretones, mordidas, mechones de pelo arrancados de cuajo de sus cabelleras; es que lo cierto es que me arrebataba y el animal en mí actuaba, dejándome en un estado de abnegación sexual que no respetaba cuerpos, cabellos ni mucho menos cansancio o descansos. Me estaba transformando en una bestia en la cama y eso le encantaba a mis mujeres.
Este cambio en mi ser no se dio de golpe, fue un proceso en donde ya no pude controlarme y solo saciaba mi sed viendo cómo se doblaban encima mío, al lado mío o abajo mío; sólo esto me provocaba excitación, las contorsiones. Ver que las articulaciones respondían a mis impulsos, solo eso llenaba mi sexualidad y poco a poco me fui acercando al límite.
Nunca busqué más que el placer. Nunca quise hacer daño, a lo más un mechón de pelo en el momento indicado, acomodar con fuerza para que la entrada fuera hasta el fondo y se mantuviera el ritmo; jamás quise hacer daño, más que dar placer. Pero los errores son humanos, y el mueble que está en la cabecera de mi cama no lo es; un mueble antiguo, de madera desgastada por los años, con un cajón en donde hay reliquias como VHS, cassettes con música grabada por mi, diarios antiguos y pornografía casual. Un mueble que solo está con recuerdos que ya no están.
En ese mueble y en una de sus esquinas sonó ¡paf!, y la habitación quedó en silencio; en ese mueble, café y cargado de recuerdos de la década pasada fue en donde una nueva conquista azotó su cabeza y quedó tirada en mi cama, brotando sangre por sus narices. “El silencio sepulcral de una muerte en el campo de batalla”; ya veía el titular de “la cuarta” y sus poetas de cuneta poniéndome en titular: “cachero de las pampas se acrimina por vigoroso”.
El cuerpo yacía ya sin vida y mis ansias de contorsionista sexual aún no eran sofocadas, estaba en una situación de difícil salida; el cuerpo me pertenecía, yo lo había moldeado a mis anchas, cada articulación perteneció a mí en esos instantes en que la tuve con vida entre mis brazos, cada suspiro y quejido la hacía mas mía; pero ahora era un cuerpo que se iba poniendo cada vez mas tieso y frío. Tieso y frío.
La miraba ahí, desnuda; la sangre de su nariz ya se la había limpiado y la acomodé en una posición en donde podía, aún sin tener vida, disfrutar de su belleza. De tez blanca y pelo negro, ojos verdes en una cara que aún guardaba una sonrisa de plenitud; al menos murió con las botas puestas, en medio de la procesión mas elemental de cuerpo y espíritu; al menos murió feliz y sin dolor, sin nada porque quejarse; y de súbito, que es como me gustaría morir a mi también.
Al intentar doblarla, la resistencia que oponía ese cuerpo frío y duro me gustó. Era como volver al momento, pero ahora con mayor resistencia; una resistencia desconocida para mí, una resistencia involuntaria en un cuerpo sin nada más que cuerpo. Porque eso es lo que ahora era; un cuerpo, que en toda su extensión pertenecía a mí. Yo la despojé de emociones, de latidos, de suspiros y de vida; yo y solo yo fui capaz de aquello, y al despojarla de todo eso, solo quedó la resistencia, aquello que estuve buscando y que estaba tan cerca mío.