viernes, 10 de diciembre de 2010
sábado, 7 de agosto de 2010
sábado, 5 de diciembre de 2009
La música y el señor dinero

Desde tiempos remotos que la música ha sido manipulada para que cada vez sea más de elite y que aunque ,se haga lo que se haga, nada sea lo suficientemente fuerte para mantenerla cerca del pueblo, lo cual es paradójico, ya que los géneros más exquisitos nacen de los suburbios y de los rezagados culturales.
Después que la más alta sociedad discriminaba a Ludwig Van Beethoven por sus escasos recursos, pasaron a llenar teatros y conciertos, llamándolo el seguidor de Mozart una vez que lo escucharon, y de ahí en más trataron de reivindicarse con la música manteniéndolo para que no muriera en pobreza como su más fuerte influencia, Wolfgang Amadeus.
En New Orleans, el Jazz nacía a finales del siglo XVIII y no era más que “música de esclavos”, “música de negros”. Hoy por hoy, el Jazz es uno de los más importantes estilos musicales y “El señor Don Dinero” lo sabe muy bien, y negocia con eso desde la cuerda más delgada hasta el bajo más espectacular, haciendo muy difícil que las personas puedan conseguir instrumentos apropiados para hacer Jazz. Y es que en la música los precios son absurdos e inhumanos, pues el Señor Don Dinero, supo hacer bien su trabajo.
Cuando en el siglo XX nace el rock n’ roll y a mediados de los 70’s las bandas de estadio, fue el día en que ya no había más nada que hacer. Los precios a los mega eventos se alzaban por las nubes y la gente sucumbía ante sus sueños de ver a sus ídolos (porque la música es idolatría pura). Nacen los tours mundiales, las súper bandas, y el deseo incontenible de estar cada vez más cerca de quienes hacían música.
Muy despierto a esto, el Señor Don Dinero ideó un plan malévolo: Explotar a la música y a los fans… pero con todo. Nacieron empresas de ventas de entradas, merchandising, promociones a conciertos, la industria musical empieza a producir y producir discos y “nambers wan”, nacen los vídeos musicales, NACE MTV (maldito el día)… Se llenó los bolsillos y aseguró a su descendencia Señor Don Dinero ¡bien por usted! Pero, ¿a que costo?
Siempre resignados y llenos de pesares, sin lo único que hacía un poco más feliz el triste pasar por la vida, la gente cayó bajo el filo cortante de
Eran los años noventa, la gente abrió un poco los ojos con la muerte del Grunge y empezó a valerse por sí misma, a ser autodidacta, a utilizar herramientas al alcance, todo esto con el apoyo del joven Internet. Fastidiado de este entrometido muchacho, el Señor Don Dinero en un frenesí de ira lo atacó con su Espada de Oro, y llegaron a juicio en varias ocasiones por la descarga gratuita de material discográfico (recordemos en el 2000 el tropiezo de Metallica con la empresa Napster)
En los últimos años han sido constantes batallas entre Internet y el Señor Don Dinero, sitios como MySpace, Youtube y Purevolume, han inclinado la balanza para el Internet, pero aun no es capaz de romper la poderosa Espada de Oro: los precios a conciertos y el lucro indiscriminado de los sellos en el alza del material. En Chile
lunes, 27 de julio de 2009
Un vino y a dormir

Me levanté a eso de las cuatro de la tarde, había despertado a las dos pero traté de dormir una y otra vez, era mejor plan que levantarme. La noche anterior me encargué personalmente para poder empezar mi día a esa hora tomando hasta la última gota de vino que encontrara. La vida es bastante aburrida cuando uno está solo, cuando no tienes a quién fastidiar con tus problemas, cuando no hay un hombro donde apoyarte de vez en cuando, cuando no hay una mujer que te regale una caricia.
Me puse mis gastadas zapatillas y una franela malgastada, mi mejor pinta para enfrentar un nuevo día de rutina. La leche ya no es como antes, la de hoy dura un poco más, pero no te alcanza para soportar doce horas de infatigable agonía… de todas formas no tenía leche que beber, mejor no pensar en eso. Ahí estaba colgada, rota y con sus cuerdas oxidadas, la única capaz de entender lo que siento y de contárselo al resto, me la regaló mi abuelo poco antes de morir, varios años ya han pasado y varias cosas ha tenido que cantar. Sin embargo, es más satisfactorio sobre un escenario, con un público vibrante de esos que les dices “¡HOLA!” y aplauden y gritan y sufren como si fuera el último día de sus miserables vidas, es distinto a hacerlo en la fría vereda.
Heme ahí, otra vez, otro día, mendigando para algunos, sobreviviendo para mí. No es que no me guste como vivo, no es que quiera otra vida, pero un mejor trabajo ayudaría para mejorar la que tengo, pero es que no me dan un mejor trabajo. Me disfrazo con sus trajes, sus peinados y su actuar frívolo y cínico pero saben que no pertenezco ahí y me rechazan una y otra vez y me tildan de un sinfín de inútiles y vagas concepciones humanas, que me cansé, no viviré una mentira.
Odio esas caras de repulsión que regala la gente antes de dar su “colaboración”, la verdad es que no necesito de su caridad, siento que les regalo un quiebre en su aburrido camino de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, aunque yo mismo sea prisionero de mí mismo no lo soy del resto, yo viajo, yo conozco, yo sufro, yo lloro, yo río, yo vivo.
Entonces cae la noche, las pocas monedas que gané me alimentaron durante el día, comprar pan frío es la mejor opción. El resto es para mi vaso de vino, luego a la cama, en esa pensión de aquella calle solitaria donde debo dos meses de arriendo… tal vez me vaya mañana.