
Ese día Jesús no se había levantado a trabajar, pero yo sí.
La encontré en su casa, tan hermosa como siempre, con su sonrisa que irradia un aura hermosa, benevolente y deseable, mientras arreglaba su cabello eterno y ondulado.
Salimos a caminar, su sombra se proyectaba por un camino difuso, con colores que no conocía. Su voz era dulce, era como un susurro encerrado en una caracola.
No sé qué hacía en ese trabajo, lo detestaba, no hacía más que quitarme el tiempo que podía usar para disfrutar una gélida sonrisa en el cementerio, junto al resto de mis amigos de los nichos que abren sus puerta para recibir visitantes como yo. Sin embargo allí estaba, bebiendo de nuevo, con seis personas que acaba de conocer, y que no dejaban de reír y gritar.
¿Jesús? ¿Dónde estás?
Todo lo que me decía iba armando melodías que olían a rosas blancas, mientras la oía solo juntaba ganas que morderle los labios, y robarle miles de besos con sabor a chocolate.
Ya van cuatro tragos, no alcanzo a reconocer todo lo que me dicen, este vodka me tiene mareado, ¿cómo reconoceré a quién sabe algo sobre Martín Gonzales?, maldito trabajo, por qué no me mandan a buscar gente más conocida, es el cuarto día que salgo a trabajar, ¿por qué no ayudas Jesús?, ¡Hijoputa!
Llevamos dos tragos. Ella no deja de sonreírme, no pensé que se reiría tanto, aun no hemos terminado la primera copa de vino, creo que acá hay onda.
Se cayó una copa, ¡conshesumare!, me gustaría ser tan cristiano como Pepe, él nunca tiene que salir a buscar personas, es feliz en su mundo. ¿Y cómo se llamaba la de pelo negro?, no sé, ¡Elisabet!, me ha mirado varias veces y ya está bastante ebria, me centraré en ella, que no conoce a Martín, lo presiento, aunque también presiento que quiere que nos conozcamos.
Su cabello ondulado se mece suavemente con la brisa marina, sus dedos toman finamente la copa. Según me dijeron en la oficina, Martín solía involucrarse con mujeres ligadas al arte.
-¿Te gusta el arte?
-Pinto óleos, con Martín Gonzales, es mi profesor desde hace unos meses.
(¡Eureka es cuestión de tiempo para llegar a él!)
-Eres una persona muy risueña Elisabet, ¿Quieres un cigarro?
-Gracias, ¿tu vienes con Felipe? Eres un tipaso, en qué usas tu tiempo libre?
-Me da vergüenza decirlo, pero saqueo tumbas.
-JAJjajJAJja, ¡Eres un malulo!
-No, la verdad me gusta la historia del arte, leo bastante sobre eso.
-Vaya, justo vengo de la casa de un amigo llamado Martín, él es pintor.
-¿Martín Gonzalez?
-No, Hermosilla.
-¡Martín Gonzales! Me han hablado de él, es un tipo seco.
-Sí, pero no quiero hablar de Martín ahora.
-¿Bueno, y de qué quieres hablar?(no podía perder la oportunidad, así que no la perdería por nada ya eran dos pájaros de un tiro, Gonzales ubicado y un hermoso huerto donde podía brotar placer)
-Quería hablarte de lo extraño que es todo esto.
-Bueno sí, es raro que invite a tomar un trago a una desconocida, no pienses que lo hago a menudo.
-No, no es eso, es que Martín me comenta siempre que él odia el cristianismo, y me dijo que si conocía a alguien llamado Jesús algún día, que no confiara en él, porque seguramente me usaría para ubicarlo.
-JajajAjajA(quedé helado, cómo averiguó mi plan).
Jesús debe seguir descansando en su casa, y yo acá perdiendo el tiempo. Felipe se me acercó y me dijo:
-Oye viene otro compadre a carretear, se llama Martín.
-¿Gonzalez?
-Sí, ¿lo conoces? Ahí está -lo apuntó-¡¡Weeeeeena loko!!
Saqué el revolver y le reventé la cabeza, la masa encefálica y la sangre quedaron esparcidas por el suelo.
Atónitos todos me miraron estupefactos, mientras Elisabet gritaba y gritaba. Me quedaban otros siete tiros, eliminé a toda la mesa.¡¡ Dónde estabas ese día Jesús!! Engrupiéndote a una mina con una copa de vino, claro, y no avisaste hijoputa.